martes, 14 de noviembre de 2023

My wilderness

 Muy buenas.

"Eres muy joven. No puedes avivar tu fuego interior continuamente"

Nuestro protagonista se acaba de despertar. Se quedó por la noche viendo series y el resultado son las 10 de la mañana, con el pijama pegado a las sábanas, intentando enumerar razones suficientes para sacar los pies de la cama. No se le ocurre ninguna. Finalmente ha logrado hacerlo. Desayuno copioso, charla con su mujer acerca de qué ha hecho ella (¿?), a qué hora se acostó y despertó, sensaciones nocturnas. Cual entrevistador post-partido: Valoración general de la noche. Paseos sin rumbo por la casa. Qué me pongo. Ducha de 30 minutos, afeitado. Estoy listo, cómo andas tú? Son las 13 horas, vamos al aperitivo de la plaza.

Cuando Christopher McCandless intuyó que un futuro semejante le esperaba, huyó despavorido buscando cualquier razón para vivir. Into the wild nos contó cómo este joven, perdido -como cualquiera de nosotros en algún momento- buscó respuestas en la naturaleza. La Pachamama le recibió como a cualquier otro, esto es, dándole el placer de disfrutar de sus aromas, paisajes y toda aquella energía que de ella manara y pudiera ser aprovechada. Y así lo hizo. Y así terminó. Los Dioses adulan a aquellos a quienes quieren perder.

Mi querido Nietzsche, mortificado toda su vida por sus problemas de salud, ha sido el pensador que más ha glorificado y enfatizado en el ideal de una vida exuberante, sana y fuerte, de la alegría infinita de vivir, como si el hecho de estar enfermo no fuera más que una suerte que le hubiera tocado y esto no le impidiera pensar en que lo mejor siempre está por llegar.

Y como me descubro cada día en pensamientos ya pensados, atribuidos a él por una cuestión cronológica, cuanto más difícil se ponen las cosas y más cuesta sobreponerse a ellas, más ganas tengo de sobrevivir primero, de vivir después y disfrutar la vida hasta el final, porque también existe la felicidad en la búsqueda y el anhelo.

Nietzsche insiste, querido amigo. No sé de dónde vienen estos dolores que me asaltan cada día. Sé cuando empiezan pero no cuando terminan. Tampoco consigo ponerles una duración determinada, así que no sé cuánto tiempo me queda de lucidez. He de actuar rápido. Aforismos, venid a mi. Todo lo que pueda resumir y sintetizar hará que pueda conseguir resultados inmediatos. Para ello he de saber qué quiero en mi vida, por partes.

Y vuelvo yo, con las ideas aún más claras por si el fantasma vuelve. Se amontonan las ideas en mi cabeza porque hay muchas cosas que me hacen feliz. Pero afino bien las ruedas del microscopio que enlaza el cerebro con mi estómago, dejando de lado el corazón, porque las curvas en las lentes distorsionan el resultado. Y ahí aparecen claramente las cosas que me proporcionan un bienestar inmediato, aunque temporal, pero muy fácilmente posibles de repetir. Y me pongo a ello.

Voy por las piedras dando pequeños brincos que me hacen levitar sobre la Naturaleza. El aire frío, mezclado con el sudor, hacen que respire mejor. Mi cuerpo se está refrigerando. La sensación de controlar el equilibrio ante las puntas expuestas de las rocas hace que el resto de problemas parezcan fáciles de resolver. No hay nada, ni siquiera los pensamientos más negativos, que se pueda interponer en esa simbiosis que se produce sin querer, solo por estar. Por eso hablamos de "lo natural", porque precisamente no requiere ningún esfuerzo.

Me llama lo salvaje, tanto de la naturaleza como de las personas. A la pregunta de qué quieres de otra persona, mi respuesta es lo salvaje. Como si hubiera la necesidad de salir a cazar juntos y solo se interpusiera querer hacerlo. El mundo en que nos toca vivir es solo un escenario momentáneo y nuestro tiempo irrelevante para lo que en realidad nos llena como individuos. Into the wild. My wilderness.

Todo merece la pena. Lo más trágico te lleva a querer más. Lo que más te cuesta conseguir dobla la satisfacción al lograrlo. Nada puede interponerse entre lo que quieres y lo que puedes hacer.

Ahora si puedo avivar mi fuego interior continuamente, porque de eso se trata, de no descansar. La energía es vida. Y yo tengo mucha energía.

Nos vemos

miércoles, 13 de septiembre de 2023

En el fondo

Muy buenas.

Hace un tiempo regular y la piscina nunca está limpia del todo. Pasamos con esmero y dedicación el limpiafondos pero siempre hay una fina capa de suciedad que no acaba de desaparecer. Si lo haces demasiado rápido, sube hacia la superficie y se diluye, haciendo más difícil distinguirla. Entonces pones en marcha el skimer, cuya función precisamente es limpiar "lo que primero se ve", pero cuando crees que lo has logrado, al cabo del poco tiempo, el suelo aparece de nuevo sombreado.

La mejor solución es bucear y limpiar a mano lo más profundo, para lo cual es importante estar cerca del problema. Es difícil mantenerse pegado al suelo para hacerlo, pues la presión te empuja hacia el exterior así que se necesita a alguien que te sostenga mientras contienes la respiración y terminas con las manchas más profundas. Una vez que has hecho esto, es importante depurar y depurar, porque quitar las cosas de sitio no las elimina.

Este proceso se repite una y otra vez, pues el tiempo no siempre acompaña y, aunque todos queremos tener el agua transparente, en lo más profundo siempre quedan rastros de aquello que no se va, por mucho que rasquemos. Incluso a veces te gusta más el fondo de la piscina con ese tono, porque nada es impoluto y hay que aceptar las imperfecciones. Crees que puedes vivir con ello.

La verdad es que puedes bañarte sin problemas incluso con el suelo medio sucio. No se nota tanto cuando te acostumbras. Depende del umbral de limpieza que tengas en tu vida y lo pulcro que seas, o quieras ser. Quizás querer bañarte en un agua eternamente transparente sea un trabajo que requiera un esfuerzo por tu parte que no compense tanta dedicación. Tampoco soy tan perfeccionista.

Acostumbrarme digamos, durante 1 año, a bañarme sin prestar mucha atención a las manchas más profundas, no me ha causado enfermedad grave. He podido refrescarme y sentir la energía del cambio de temperatura cada vez que lo hacía. Lavo con frecuencia las toallas y pienso que todo está en orden. Esto demuestra que, en realidad, no soy nada perfeccionista.

En este tiempo no me he bañado en otras piscinas, así que no he podido compararlas con la mía. Esto, de nuevo, me ha permitido no darle demasiada importancia al hecho de que, visto desde mi habitación, el fondo nunca termina de estar como me gustaría. Quito con regularidad los insectos de la superficie y el aspecto mejora bastante, pero hacer la operación de limpiar el fondo siempre requiere coger aire extra y alguien que me sostenga. Ninguna de las dos cosas me apetece demasiado.

Pedí ayuda externa de profesionales. Observo lo que hacen y me parece tan sencillo que no veo la necesidad de repetir. Parece que todo se resume a constancia, no dejar que la suciedad más profunda se quede ahí perenne y depurar y filtrar cada día. Fácil para alguien riguroso y perfeccionista.

Los productos que me recomendaron no me funcionan. Imagino que cada piscina y superficie son diferentes y requieren cantidades distintas, y de nuevo mucha atención. Tengo que elegir entre seguir  bañándome o tener la piscina cristalina, aunque sea con manchas en el fondo que no consigo limpiar. Pienso que es mi piscina y mi baño, así que a nadie le debe importar demasiado, a no ser que quieran hacerlo conmigo. En ese caso igual sí haré el esfuerzo de, con un cepillo de dientes, pulir cada encuentro de las paredes con el suelo, los rincones más difíciles, y así pensar que una cala salvaje y virgen ha llegado para quedarse.

Bueno, pocas cosas vírgenes quedan. Prefiero salvaje.

Nos vemos.

martes, 7 de febrero de 2023

El amor a las cosas compartidas

 Muy buenas,

"Eres un hombre a medio hacer", me dijo tras escuchar la historia resumida de mi infancia. Historia sobre mi, contada por mi. Contaba entonces con 35 años. Se supone que a esa edad uno ya debe ser un hombre hecho y derecho, con las herramientas necesarias para andar por la vida sin grandes sobresaltos y poder intervenir en cuantas tareas seamos requeridos. Eso se espera de nosotros.

Darle importancia o credibilidad a una frase así depende mucho de quien te la diga. Solemos dar como cierto aquello que nos interesa o nos cuadra en determinado momento, y que nos lo digan incluso es agradable, nos sentimos reconfortados. Si por el contrario es algo que no consideramos que se ajuste a nuestro perfil, seguramente pensemos que es solo una opinión. Sin fundamento, además, añadiremos.

Cuando Luigi Pirandello en "Uno, ninguno y cien mil" cayó en la cuenta de que su nariz no era como creía, en contra de lo que había pensado toda su vida y tras que alguien por azar le dijera cuan equivocado estaba, su mundo se puso patas arriba. Si todo el mundo -desde siempre- daba por hecho que el aspecto de su nariz era uno completamente diferente al que él mismo tenía de ella, qué pasaba con el resto de las cosas (mucho más importantes) como su personalidad, su forma de tratar a los demás, etc... Hay dos caminos: reafirmarte en tu nariz, que para eso es tuya, o abrir el abanico de posibilidades e intentar entender por qué te llamaban aguileño en el colegio.

¿Hasta qué punto es "verdad" lo que otros ven en nosotros? Si uno intenta hacer las cosas bien y el resto cree que es un desastre, ¿Cómo acercarnos a lo que realmente es? Dando por bueno a Sócrates y su "el que hace mal es porque no sabe", nadie en el mundo es malo. Entonces, ¿por qué preocuparnos por intentar ser empáticos?, ¿por qué pensar en las consecuencias de nuestros actos en los demás? y, sobre todo, ¿por qué nos sentimos mal después de pronunciar unas desagradables palabras?

Hay que ser muy osado o muy ingenuo para no preocuparse por las cosas. No digamos ya por el efecto de nuestras acciones en los demás. Trasladar pensamientos tan filosóficos al amor es aún más difícil. Rara vez alguien dice que su pareja, o sus hijos, son feos. Si preguntaran a los demás, como nuestro querido Luigi, oirían algo que no les gustaría.

35 años y me queda la mitad de hombre por construir, allá vamos.

Como dice Harari en "Sapiens", hoy en día si no viajas no eres nadie. Habría que añadir que si no lo publicas en una red social con la mejor de tus sonrisas (parece que ellas lo tienen más fácil) tampoco cuenta como "felicidad".

En el ranking de peticiones o requisitos de todas las Apps de citas figuran "Viajar", "Visitar museos", "tomar el vermú" e "ir a conciertos". Las más osadas, "senderismo" nivel iniciación. Como decía la misma persona que me consideraba "medio hombre", "de novias, todas van a la montaña".

Lo que pasa es que, sentimentalmente, no estamos tan alejados a nuestros antepasados de la Edad Media, para lo cuales la mayor felicidad era que su huerto les regalara, en una soleada mañana de primavera, unos grandes y jugosos tomates. No hay registro escrito de que en esa época añoraran visitar países vecinos (salvo para conquistarlos).

Es llamativo que todos esos requisitos ocupen el 10% de nuestro tiempo. Parece que el 90% restante (casi nada) solo sirviera para prepararnos y disfrutarlo a tope cuando llegue el momento. Me parece demasiado tiempo. Me parece demasiado esperar. Me parece demasiada expectativa, con toda la frustración que conlleva cuando no responde a lo que esperábamos. Y, lamentablemente, casi siempre es así.

Si tengo que construir mi "medio yo", mi propósito es hacerlo sobre el resto de las cosas. Aquellas que llevan más tiempo, como desayunar y cenar cada día, pasar la noche -con todo lo que eso conlleva- y preparar, esta vez si, todas aquellas cosas que nos apetezcan hacer juntos. Y no como algo excepcional, sino como el amor a las cosas compartidas. Porque quieres, porque quiere, porque queréis.

En realidad, no creo que consiga ser un hombre 100% completo. La ilusión que me aborda cada día es muy de niño, y no me la sacudo (ni creo querer hacerlo). Tampoco esto es una carrera con un final feliz -¡la muerte!- sino más bien una lucha de supervivencia disfrutando el paisaje y la compañía. Si es con tu bidelagun, mucho mejor.

Nos vemos

miércoles, 21 de julio de 2021

Patadas al comprensivo

Muy buenas.

Cuando era pequeño no había "progenitoras gestantes". Afortunadamente se llamaban MADRES y lo único que nos enseñaban era a ser buenas personas y respetar a todo el mundo haciendo siempre lo que harías contigo mismo. Casi es más importante la versión opuesta: no hagas a nadie lo que no quisieras que te hicieran a ti.

En 1986, en el camping que veraneábamos, andaba yo enamoradísimo de una chica morena. Como a esa edad y en ese tiempo -y mis circunstancias- yo solo podía hacer las cosas bien, como bien me enseñaron mis progenitoras gestantes más conocidas como madre y abuela, le dije que me gustaba, que me parecía guapísima y que si quería salir conmigo. Quiero que entendáis que mi petición era de por vida, como debía ser, fiel a mis sentimientos. Como es natural, no me dijo nada. Simplemente siguió como si nada, pero buscándome constantemente. No llegué a entender aquella situación. Si quería estar conmigo, por qué no me lo decía y LO HACÍA. Yo respeté su decisión de no contestar con un si o no, dando por hecho que, muy a mi pesar, si no es sí, es no.

Teníamos 13 años. Puesto ahora en contexto parece una soberana tontería. En aquella época no teníamos más relación que vernos y tenías que esperar hasta el siguiente año para ver si aparecía. Como mucho una carta al año, aunque os podéis imaginar la sensibilidad de un niño a esa edad. Se repitió la misma escena en los años siguientes, 14, 15... y en aquellos veranos algo cambió. La historia principal era la misma, yo enamoradísimo y ella sonriendo sin parar, intuyo que sabedora a ciencia cierta de que eso era suficiente para retenerme a su lado. Incluso un día me habló de Manolo, un chico de Cartagena que andaba por allí conquistando a todo lo que se movía. En la conversación vino a decirme que con Manolo no habría dudas, que le diría que sí a todo. Me lo dijo a mí. Le dio igual seguir besándome y sonriendo. Las posiciones de fuerza nunca lo son del todo.

Manolo, por el contrario, era un chico que no engañaba a nadie. Efectivamente todas las chicas babeaban por él, lo sabía y lo explotaba. La verdad es que yo me llevaba fenomenal con él, no puedo decir otra cosa. Me parecía irrespetuoso con ellas, pero visto ahora, con otra perspectiva, imagino que son edades para explorar y ver qué pasa, y no tener un pensamiento tan conservador y leal como el mío en ese momento. El caso es que los días en un camping dan para mucho y naturalmente me dejó y se lió con él. Una de las cosas que mejor se me ha dado siempre es encajar los golpes. No me quería para siempre, pues nada más que pensar.

Pasados dos tristes días vinieron a mi por separado. Ella, para que la volviese a escuchar, lo cuál hice, por supuesto, porque estaba enamorado, y él, ¡oh grato karma! ( o mejor dicho resultado de las cosas bien hechas) vino a decirme que qué guapa, que todo fenomenal, pero que cómo lo hacía yo para estar con ella y ninguna más, como si fuese para él un desafío. Además, con él (en dos días) no parecía tan sonriente y eso le llevó a, como decíamos, "cortar". Eso y otra que andaba por allí...

El caso es que yo volví a esperarla con la esperanza de un si definitivo, que naturalmente no llegó porque no procedía, porque mi petición estaba fuera de toda lógica y aunque fuera 10 años más tarde siempre es difícil dar pasos definitivos. Siempre supo que me tenía cuando quisiera y aprovechó que yo entendía todo, como no podía ser de otra manera, para estar conmigo cuando le convenía. Respeté sus decisiones.

Años más tarde llamó a mi casa. En esa época cualquiera cogía el teléfono, preguntaban quién era y a gritos decían ¡Ivaaaaaán, es para tí, seguido del nombre de la chica. Buscando algo de privacidad tenías que alargar el cable lo máximo posible para que la conversación no fuera de a 6 personas juntas. Me dijo que quería verme, que había pensado que si sonreía conmigo era por algo y que qué me parecía. Le dije que estuve años pensando en ella, era la verdad, pero que ya no.

Ser el paño de lágrimas de alguien a quien quieres es de las peores cosas que pueden pasarte. Que alguien sepa que eres eso y lo consienta, no me parece bien. Volvemos a la responsabilidad afectiva.

"Todas las oportunidades marcan el transcurso de nuestra vida, incluso las que dejamos ir" (El curioso caso de Benjamin Button) 

En realidad, intentar entender y respetar decisiones, por muy dolorosas que parezcan, forma parte de la esencia de cada uno. Hay quien tiene la capacidad de soltar lastre en cuanto algo se tuerce y quien necesita toparse de golpe con la realidad, muchas veces de las peores formas posibles: mentiras, engaños, pilladas insospechadas, etc. En cualquiera de los casos, es el tiempo quien pone a cada uno en su sitio, para lo bueno y para lo malo. No lo cura, como dicen, pero inevitablemente lo pone en el lugar que le corresponde, aquel que te permite dormir por las noches.

"Alicia, no puedes vivir complaciendo a otros, la decisión es completamente tuya" (Alicia en el país de las maravillas)

No entiendo muy bien qué pasa por la cabeza de alguien que quiere algo y lo pospone. Cuando todas las decisiones son dejarte a un lado y pedirte, aunque no siempre explícitamente, que aguantes porque el futuro llegará, inevitablemente estás llamando al tiempo. Tal vez es el pensamiento de que con una sonrisa todo vale, porque uno está enamorado. Tal vez toca decidir.

"Al fin y al cabo, mañana será otro día" (Lo que el viento se llevó)

¿Acaso existe frase más triste en el cine? No quiero pensarlo, mañana será otro día. Tiempo, acelera y ven a mi, pasa rápido y hazme olvidar.

Pero como soy humorista frustrado me quedaré con Charles Chaplin, y el antológico final de "Tiempos modernos". Cuando ella, tras la vida que le ha tocado vivir está a punto de rendirse, él la anima y ambos caminan, con sonrisa obligada, hacia el primer día del resto de sus vidas.

La vida es asombrosa. Querer de verdad siempre tiene su recompensa. Un día llegas a casa y un rayo de luz que no habías visto ilumina todo de una manera especial. Es el tiempo que ha pasado y te hace ver todo diferente. O es alguien con un buen gusto tremendo que cuando menos lo esperabas, te cogió de la mano, cambió tu decoración y te acompañó, como Chaplin, hacia el primer día del resto de sus vidas.

Nos vemos.

miércoles, 7 de julio de 2021

Cuando el amor no puede con todo

 Muy buenas.

"El corazón tiene razones que la razón ignora" (Blaise Pascal)

Que el amor no pueda con todo definitivamente parece algo triste, pero no siempre debería ser así. El amor irracional es más peligroso que el desamor, por lo incontrolable que se vuelve todo en cuanto a autoestima, agresividad, ira o, en el peor de los casos, maltrato. El guantazo del desamor es doloroso, pero suele ser uno, aunque el proceso aún dure más en el tiempo.

La idea de mutuos sacrificios en pareja está obsoleta. Hacer algo que uno no desea, por el motivo que sea, siempre debería ser una de las últimas opciones. La existencia de una entrega personal razonable nada tiene que ver con una vida de sacrificios, aunque entiendo la confusión ya que solemos buscar el equilibrio de dos, y no siempre se puede.

Los momentos más memorables suelen ir unidos a la sin razón, a todo aquello que no pensamos y nos sale porque sí, porque nos apetece. Estoy dispuesto a aceptar esta afirmación siempre que reconozcamos que son igualmente efímeras y que no ocupan un porcentaje de tiempo en nuestras vidas significativo. Uno no siempre está borracho en el punto justo, ni gracioso en cada cosa que dice.

"Los seres humanos se encuentran biológicamente programados para sentirse apasionados entre 18 y 30 meses! (Cindy Hazan, Universidad de Cornell en New York). Tenemos no mucho más de 2 años para ser apasionados, señores, al tema. Al parecer, el verdadero enamoramiento aparece cuando el cerebro produce Feniletilamina, algo parecido a las anfetaminas. Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.

Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces una segunda fase que podemos denominar de pertenencia dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. Dicho estado está asociado a otra DUCHA QUÍMICA. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia-.

Volvamos pues a lo importante: necesitamos segregar constantemente dopamina y que las endorfinas no nos encuentren pronto. Y como el cuerpo es la máquina perfecta jamás creada, no hay suficientes estudios como para comprender la efectividad de elementos externos en nuestro cuerpo para esta sustancia. Lo que sí es seguro es que conocemos cómo elevar los niveles de dopamina de un modo natural:

1. Hacer ejercicio. La actividad física es fundamental para mantener un estilo de vida sano

2. Marcarse y cumplir objetivos: satisfacción

3. Escuchar música: he aquí la explicación cuando una canción nos salva una tarde

4. Evitar adicciones

5. Practicar sexo

El problema principal es que las endorfinas, en realidad, nos hace sentir bien. Por algo la llaman la droga de la felicidad. Tenemos subidón de dopamina y queremos nuestro ratito de endorfina para disfrutarlo, para quedarnos en el sofá relajados. En el amor ocurre lo mismo. Las endorfinas nos llaman a la tranquilidad, al bienestar de que nada ocurra (se supone que nada malo, pero a veces nada es eso, ni malo ni bueno). La dopamina sería lo irracional del amor, nuestros instintos más primarios, aquellos que genera el cuerpo y nos hacen estar alerta. La endorfina es casarse equivocadamente.

El amor no puede con todo, lo cual es absolutamente cierto y necesario a la vez. Mala excusa nos encontraríamos si todo valiera en nombre del amor, racional o no. Vivir es hacer cosas a cada momento. Nos empeñamos en seguir agarrados al amor más etéreo que existe, el que debería ser. Como quiero debo hacer esto y aquello.

Dicho esto, no sé por qué cualquier cosa dicha por una Universidad americana debería ser cierta. Creo firmemente en la dopamina más allá de los 3, 10 o 15 años. En mi caso, depende más de la sonrisa que la acompañe que del tiempo.

Nos vemos

martes, 22 de junio de 2021

Cómo ser Billy Crystal

 Muy buenas,

O cómo intentar ser tu propio personaje, que nadie quiere en realidad ser otra persona. Nos basta con tomar lo que nos parece mejor de cada uno y reconocer eso en nosotros. De lo malo ya hablaremos.

No conozco al bueno de Billy, como no conozco prácticamente a nadie en realidad, pero he de decir que siempre me gustó. Seguro que hay actores que como personas están muy alejados de sus personajes. Deberíamos decir que estos son los buenos actores, pero a casi todos nos gustan en realidad los personajes que representan. En ciertos casos esto cambia pero hay veces en los que siempre se repiten: el actor es el propio personaje, o al revés.

Podría decir que nos gustan más cuanto más reconocidos nos sentimos con ellos: un buen Indiana Jones, un Woody Allen más intelectual pero siempre acompañado de jovencitas (a veces demasiado), o un James Bond que no arruga el traje ni en los peores escenarios, pero en cambio también somos Torrente, Hommer Simpson o el Dr. Heinz Doofenshmirtz. En cualquier caso, yo quisiera ser como Billy Crystal.

Harry: Quiero decir que… Y eso no es una artimaña de ningún tipo, forma o manera. Que los hombres y mujeres no pueden ser amigos, porque siempre se interpone la parte sexual.

Sally: Estás equivocado, yo tengo muchos amigos varones y para nosotros el sexo no cuenta para nada.

Harry: No es cierto.

Sally: Sí es cierto.

Harry: No es cierto.

Sally: Sí es cierto.

Harry: Sólo tú crees que es así.

Sally: ¿Insinúas que me acuesto con todos mis amigos sin ni siquiera saberlo?

Harry: Lo que insinúo es que todos ellos quieren acostarse contigo.

Sally: No es cierto.

Harry: Sí es cierto.

Sally: No es cierto.

Harry: Sí es cierto.

Sally: ¿Y tú cómo lo sabes?

Harry: Porque ningún hombre puede ser amigo de una mujer a la que encuentra atractiva siempre quiere acostarse con ella.

Sally: O sea que según tú, un hombre sólo puede ser amigo de una mujer si no la encuentra atractiva.

Harry: No. Tú también puedes querer acostarte con ellos.

Sally: ¿Y qué pasa cuando no quieren acostarse contigo?

Harry: Eso no importa. Porque el sexo siempre está presente, por lo que la amistad se ve condenada. Y ese es el fin de la historia.

Sally: En tal caso, tú y yo no seremos amigos.

Harry: Supongo que no.

Sally: Es una lástima. Eres la única persona que conoceré en Nueva York

Esta gran conversación que en la película, como en la vida, tiene un giro, ha presidido mi vida. Siempre he sido un profundo defensor de este personaje de Billy. El guión en realidad es de Nora Ephron, pero siempre he creído que estaba escrito para él. Se enamora, porque la vida es así, y nadie debería ser preso de sus palabras.

Cowboys de ciudad es otra obra maestra. Billy vuelve a ejercer de anfitrión de un grupo de amigos con sus diferentes historias. Es un personaje o es Billy? Acaso Jack Palance tuvo algún confidente mejor en su vida? Rob Reiner apostó de nuevo por él en "La princesa prometida". Tuvieron que parar varias escenas por los chistes de Billy (Milagroso Max). Alguien puede pasar desapercibido en esta película? En "Una terapia peligrosa" volvió a hacer de las suyas en el diván ante el mismísimo Robert de Niro. En esta ocasión sí podemos asegurar que no es un personaje.

Podría ser en cualquiera de ellas o los motivos por los que presentó (con éxito) 8-10 veces los Oscar, pero me decido por su última peli, esta vez como director, Here Today.

Imagino que llegada una edad todos hacemos un poco lo que nos da la gana, sin guardar las formas o "lo que debería ser". Clint Eastwood lleva haciendo sus mejores películas desde que decidió que ya era hora de no dejarse dirigir por nadie. En esta ocasión, Billy Crystal vuelve a hacer de sí mismo, como no podía ser de otra manera, y lo hace con todas las de la ley, con aquello que le ha tocado vivir a sus 73 años. Y tengo que darle un aplauso.

Todos queremos ser coherentes con nuestra forma de pensar. Queremos ser reflejo de lo que decimos, o lo que es peor, de lo que aconsejamos a los demás, y no siempre es fácil. Uno sabe el camino pero no siempre cómo tomarlo. Tal vez esto no se enseña porque tiene que ver con la toma de decisiones y sus consecuencias, y cada uno tiene su mochila -más o menos llena de sus logros y temores- y siempre fue difícil caminar con los zapatos de otro.

Hoy en día está muy de moda Pau Donés y todas aquellas frases que dijo antes de morir. No era un personaje por el que tuviera predilección, y para ser sincero no me emocionaron sus palabras tanto como al resto de la gente. Es más, no les doy tanto mérito. Se iba a morir, poco más puedes decir que "joder, pasadlo bien". Soy más (quiero creer que soy) de Billy Crystal, bromeando al escuchar por el doctor que se va a morir. "No me quite el sentido del humor, Doctor, es lo que soy".

Quisiera ser como creo que soy.

Nos vemos




domingo, 23 de mayo de 2021

"Yo creo que nada se reemplaza"

Muy buenas.

Al César lo que es del César, o como he dicho otras veces, descubrir que una frase no es tuya sólo por una cuestión temporal no debería privarte de derechos de autor. En cualquier caso gracias, Alejandra Pizarnik.

Y a qué tanto empeño en tener lo que tenías... Con nada venimos y sin nada nos iremos, así que todo aquello que vivimos será nuestra mochila, si es que la aceptan, allá donde vayamos. Por eso, afortunadamente, dos instantes no son iguales. Por mucho que intentemos clonar los días para tener el mismo resultado siempre aparecen nuevas variables que nos llevan, como aquellos libros de "Elige tu historia", a un nuevo desenlace muy lejos de lo que queremos, o no tanto, pero nunca igual.

La diferencia entre el amor y las cosas es precisamente que no se puede reemplazar. Y esto es lo maravilloso, por eso las cosas no tienen importancia, porque siempre puedes recurrir a ellas si tienes esa necesidad. Le quita todo el valor porque no implica ningún esfuerzo, es una cuestión de intercambio material.

El amor queremos cuidarlo, cuando habría que gastarlo y usarlo como la cosa más sencilla, pues jamás podremos obtenerlo de nuevo, al menos ese mismo. Y también ahí radica su belleza. Meterlo en una vitrina de cristal para verlo desde fuera lo convierte en fútil, en sustituible. En realidad es lo que queremos, tener la seguridad que siempre estará ahí para cuando queramos disponer de él. Exactamente igual que cualquier cosa.

Toca barajar y repartir de nuevo.

Empezamos.

Cada minuto vale oro. Cuanto más lo gastemos, más ricos seremos, porque el oro es por gastarlo!

No podemos perder tiempo en cosas que no queremos hacer. Complacer a alguien es muy gratificante, tanto que mucha gente dedica su vida a ello. Si es lo que queremos, fenomenal, pero que no sea únicamente por la otra persona.

Lo normal es que no queramos ver tristes a las personas que nos acompañan. Digo lo normal porque a veces hay que hacer verdaderos esfuerzos por creerlo, pero diré que sí, que es verdad. Preguntar qué pasa es muy común. Aceptar la respuesta no tanto. ¿Quién iba a querer estar con alguien a quien no haces feliz? Da igual el motivo.

El concepto de "Responsabilidad afectiva" no es muy común. De hecho no mucha gente cree en él. Yo sí. Uno sabe, si no está engañado, que grado de correspondencia tiene en el amor. Si no está equilibrado porque eres tú quien quiere más y la otra persona menos, tienes un problema gordo. Si por el contrario eres tú quien quiere menos, y lo sabes, el problema suele ser del otro. Ambos se resuelven de la misma manera, con valentía.

En algún momento hay que pararse y hacer un ajuste de cuentas entre tus ideales y la (cruda) realidad. Y volver a ser valiente. Y pensar si quieres una urna para mirarla o gastar cada minuto como si fuera el último. Para mi el amor es eso, cuando sientes que no tienes alternativa pero te das cuenta que en realidad si la tienes, y aún así te quedas.

Total, que haces tus cálculos y descubres quien es la persona que más quieres. Pero todos somos únicos. Lo curioso de serlo es que desde ese punto de vista eres el mejor, pues no hay nadie como tú. De los tús posibles eres el mejor, pero también el peor. Entonces tus criterios son buenos (y malos) para ti, pero para los demás son los suyos, y no puedes hacer nada.

Deberes:

Iluminar mi habitación

Conseguir que grandes plantas crezcan en el salón.


Nos vemos.